lunes, 31 de agosto de 2009

Dos cosas!

Sólo quería decir dos cosas: El perrenque de ayer se me ha pasado (obviamente…), y vuelvo a currar, desde el miércoles hasta el domingo (en principio ^^).

domingo, 30 de agosto de 2009

Mierda y esas cosas

Qué asco. No me gusta escribir de estas cosas, así… Pero me imagino que necesito vaciar la cabeza un poco. No sé por qué, pero de esta mañana a ahora, mi estado de ánimo ha ido empeorando poco a poco. De un humor normal, tibio… Me he encontrado de repente con una ansiedad y una tristeza que van digiriéndome desde dentro.

No sé de dónde vienen, no tengo razón para sentirme así. Pero sin comerlo ni beberlo, tengo unas ganas de llorar bastante intensas, de abrazarme a mí misma y no salir del letargo, de meterme bajo una manta y no despertar. Y no sé por qué. Lo único que sé es que tengo miedo.

Porque ya pasé un año así, jodida. Día tras día, sin levantar cabeza. Y no quiero volver a ello. Ahora estoy bien… ¿por qué me siento así? Me acojono sólo de pensar en buscar la causa. Con suerte, esto habrá pasado pronto y mañana no será más que un recuerdo tonto.

Pero… ¡Qué asco! De momento tengo que aguantarme, clavarme las uñas en mis manos metafísicas y lanzar alaridos silenciosos. No me gusta nada, NADA, estar así. Demasiado reciente, demasiado doloroso, demasiado miedo. No sé qué fue de aquella niña que se reponía de las hostias de la vida con una sonrisa.

A mí, hoy por hoy, me han quedado cicatrices que aún pican. Me he vuelto una cobarde, una llorona y una persona totalmente distinta, que se resiente de cada golpe. Me he vuelto dependiente, pesimista y llorica. Miedosa, asustadiza. Qué asco…


sábado, 22 de agosto de 2009

Buff!

Buff… Sé que dije que iba a actualizar el lunes, pero de verdad, taba derrotadísima. Mucho curro y mucho desentrenamiento hacen de Sayu una chica cansada… Pero aún así (sacando de new mi venita sadomasoquista) me lo he pasado genial. He descubierto muchas cosas trabajando en el Txispintxo :D

Como punto #1: Los camareros son seres delgados por naturaleza: La Madre sabe que si pesas mucho (con todas las horas de pie y el poco tiempo para comer) y necesitas mucha energía, no sobrevives.

Como punto #2: La gente es terriblemente desconsiderada. Da igual lo amables que sean a priori, cuando se trata de comer, se nota que en otra época fuimos animales salvajes. Y da igual a qué hora se haya llegado o si se está detrás de a o b familia. Siempre quieren comer primero.

Como punto #3: Me gusta ser camarera. Aunque no atino aún muy bien dónde está qué, y mis cafés dan verdadero miedo, me gusta bastante. La sensación de que termine la jornada y la gente se haya quedado a gusto con tu trabajo… Me encanta.

A grandes rasgos, lo que hice fue romper cosas, caerme y pegarme contra el mobiliario, y cuando me quedaba tiempo, pues servía comida. Pero ya os digo que me encantó. Es raro, porque acabé muerta, empalada, hecha trizas y esparcida por Portugalete. Me dormía por las esquinas y a las mañanas siguientes me dolía andar, pero me sentía satisfecha de mí misma. Y eso vale su peso en oro.

Quizá me vuelvan a llamar cuando anden desesperados de la vida, lo cual siempre es de agradecer. Además, si puedo, ahorraré para el año que viene, irme a Japón :D


jueves, 13 de agosto de 2009

¡Curro!

Increíble. Pero cierto. Tras unos meses de inactividad laboral completa, ayer los ángeles decidieron abrir sus alas y bendecirme con la posibilidad de solventar yo sola mis intríngulis económicos. Y sí, toda esta cursilada para decir que tengo un curro de cuatro días en el Txispintxo Taberna, en Portugalete.

Como Take Take se va a Japón (la muy zorra) y otra chica también debe de irse a nosédónde, pues necesitaban gente (más estos días, que son fiestas). Y al susodicho Take Take se le ocurrió que mi persona podría estar interesada y vaya sí lo estaba. Me viene de perlas, y que sea duro no me asusta lo más mínimo.

Trabajar, de hecho, me gusta. Aunque luego me duela todo y esté reventada. Ver las cosas más menos bien hechas me encanta. Por eso suelo embarcarme en mil proyectos… Que no suelo acabar. Por ejemplo, el webcómic. Cosa simplona dónde las haya. Y por dios, lo que me cuesta a veces. Al pobre Seru (de Mundo H, recordemos) le tengo abandonado. Cosa que estoy en vías de solucionar pero…

Resumiendo, que soy una puta vaga, pero que intentaré dar lo mejor de mí misma. Además, al no tener una meta fija, me da igual trabajar en A o B. Porque puede que Z me guste más, pero tanto da. Y bueno, la restauración siempre me ha gustado. Engrosar el currículum también. Así que mato dos pájaros de un tiro :D

Hoy tengo mi primer día, a ver qué tal me va. Espero no cagarla mucho, porque el jefe dejó entrever que si me portaba bien, en un futuro podrían volverme a llamar. Y eso es muuuy bonito. Tan bonito que me haría pegatinas con ello. Mañana o el lunes (dependiendo de lo cansada que esté) os comentaré a ver qué tal todo!

P.D. Si por casualidad, Seru, estás leyendo esto… ¡Lo antes posible te daré lo que te debo T_T!


sábado, 8 de agosto de 2009

Él

Me acerqué, dubitativa aún. Seguía dormido, respirando acompasadamente. Tras observar sus ojos cerrados, su sonrisa, su cabello desaliñado, me senté a su lado. Con cuidado, alargué la mano. Mis dedos pasaron por su melena oscura, por su rostro dormido, por su cuerpo desnudo. Suspiró sin despertarse.

Le miré un rato más, grabando los detalles en mi mente para siempre. Sus cejas, su nariz, su barbilla, su cuello, sus brazos. Le quería. Levanté la sábana que le cubría y me tumbé a su lado, aspirando su olor, refugiándome en su calor. Volvió a suspirar y esta vez sí se despertó: Me apretó contra él y me envolvió con sus brazos.

No hicieron falta palabras. Una intimidad como la que teníamos en ese momento no las requerían. Yo lo sabía y él también. Con cuidado, con cariño, me cogió de la barbilla y me besó. Un beso largo, dulce, caliente. Nuestras lenguas danzaron juntas, nuestros labios se fundieron en uno.

Después, se levantó de la cama. Me besó la frente y recogió su ropa. Se abrochó la camisa, se ató los pantalones. Yo, desnuda aún, le abracé y apoyé mi cabeza sobre él. Con ademán protector, y una sonrisa triste, me abrazó también. Me quería. Y me dijo que volvería, porque quería volver. Pero en sus ojos vi una tristeza profunda que me confirmaron lo que ya sabía: Cuándo cruzase esa puerta, no le volvería a ver.

Han pasado tres años de aquello. Y ni siquiera sé si sigue con vida. Pero el recuerdo de su cuerpo sobre mi cama, de su boca sobre la mía, de esos ojos que conseguían traspasar mi alma, sí que sigue vivo. Y por eso, aunque sea sólo por eso, le esperaré.